Perpetuum mobile

Dices que buscas la luz
en tu propia oscuridad.
Monstruos que perforan tu cabeza,
mientras el sonido agoniza en tus sentidos…

Besas la mano de metal de tu Dios,
y tiendes los brazos a la rendición del frío.

El vacío existencial dentro de la máquina,
perpetúa los días en los engranajes
que sustituyen al ser.

Cada triunfo soñado es una ilusión.
Cada logro, un dulce caos que teje la araña mecánica;
No, no escaparemos de las redes del poder.

El tiempo se ha convertido en el mismo espacio
que ciego nos aliena.
La tecnología es la nueva carne
que cubre la frágil piel.
La electricidad es la sangre nueva
que recorre la vida.

Cuando un hombre muerto cae
arrastra a otro hasta el inframundo…
¿Podrá la humanidad salvarse?

Las almas descansarán para siempre
dentro de su dueño.
Somos el nuevo mito del mundo.

Pero seremos las cenizas renacidas del incendio
cuando Dios nos arrebate la llave del paraíso artificial.

El marinero

Llevaba días navegando sin ningún rumbo, perdido en la vida. Posiblemente, sus conocidos le daban por muerto sin contar más historias de él, entristeciéndole en el fondo. Pero no se arrepentía de la elección de su viaje, una búsqueda necesaria que para él era desconocida. Allí, en el mar, podía divagar en su mente y aprender de los errores que cometió, formándose como persona. Anhelaba llegar a un estado de sabiduría que le satisficiera el espíritu, dándole una razón y consuelo para su lugar en el mundo.
Amanecía cuando sus viejos ojos distinguieron a lo lejos tierra firme. No era la primera vez que encontraba un lugar para parar, pero cansándole su viaje decidió detenerse. Tiró el ancla, cogiendo después su bolsa con algunas pertenecías y salió pisando la orilla. Caminó durante tiempo por la fría arena, dudando hacia dónde se adentraba. Subió por una cuesta mientras el viento cada vez era más fuerte. Finalmente, llegó a lo más alto observando con admiración todo el paisaje. El largo y tormentoso camino había valido la pena, aunque sólo le duró un par de minutos al ponerse el cielo de un tono gris y cubrir todo las nubes. Podía haberse enfadado, sin embargo, prefirió no estarlo valorando la experiencia y sonriendo.
Notando que empezaba a congelarse, decidió regresar pero se dio cuenta que el terreno había desaparecido. Las nubes le rodeaban, sin distinguir más suelo que el que pisaba. Ya, sin muchas opciones, se sentó abriendo su bolsa y sacando para tocar su flauta. La melodía calmaba su corazón sin pensar en el frío que le invadía, resultándole hasta acogedor el lugar de su prisión. Abrió los ojos cuando se dio cuenta que el bello paisaje había vuelto a aparecer, y, aunque el camino de regreso no, otro se había abierto con nuevas aventuras que descubrir.
El marinero se perdió por esas tierras divinas, abandonando su viaje por mar.

Cedant voluntas togae

Haz esto, no lo otro.
Di esto, no lo otro.
Siente esto, no lo otro.

Sigue el protocolo de la vida,
no importa tus sentimientos;
sólo obedece sin protestar,
que tus palabras no transluzcan la verdad.

Deberes que cumplir.
Sentimientos que reprimir.
Sueños que desaparecen
en un mundo de decadencia.

Vivir para ocultar el rostro.
Cadenas para cerrar el monstruo.
¿Quién soy yo?
¿Aquél que habla o aquél que grita en silencio?

Encarcelado entre dos mundos,
contemplo mi templo moribundo.
Vivir sin vida dentro,
morir sin estar muerto.

Un golpe por cada sonrisa,
dolor cuando acaricia la brisa.
Eclipso el sol entre paredes,
a cal y canto la luz no aparece.

Robando lágrimas al llanto.
Amordazando las emociones que espanto.
Sólo por dentro donde no me engaño.
Me paro cuando tengo que correr,
y todo va deprisa cuando me paro.

¿Para qué desgarrar mi libertad?
¡Maldito manual de conclusiones!
¡Malditas fachadas de ilusiones!
De todo va bien, todo correcto,
de hacer como que todo es perfecto.

Si se te olvidó algo, vuelve a empezar,
pues arriba siempre estará la prioridad.

Nueva Era

Encerradas por tanto tiempo nuestras pasiones
Despiertan con la tempestad acercándose
Un sudor glacial penetra rompiéndose tus esquemas
Este mundo nos engañó con sus cadenas y mitos
Nos controlaron sin ser conscientes de la mentira
El fuego es la nueva sangre que nos corre
La naturaleza volverá a unirse al ser humano
Cuando no haya aire puro que respirar
Cuando oigas su espíritu que emana de todo
Las almas volverán a encontrarse completas
Abriendo los ojos ante una nueva era
Sin teatros y máscaras
Los actos se vivirán sin guión
Volveremos a saber amar sin más hiel
Así es el viaje primordial y sin pasaje
El viaje instructivo y secreto
En los corredores del viento

Las brumas de Avalon

Las brumas de Avalon (título original The mists of Avalon) es una miniserie norteamericana dirigida por Uli Edel del año 2001. Basado en la exitosa novela de fantasía histórica Las nieblas de Avalon de la escritora estadounidense Marion Zimmer Bradley, la producción cinematográfica muestra algunas diferencias en los personajes y acontecimientos, sin embargo, la trama principal se mantiene.

La historia trata de una recreación del ciclo artúrico con énfasis en las perspectivas femeninas de la protagonista Morgana le Fay y otras mujeres. Ofrece una interpretación original y feminista de varios arquetipos del género fantástico, y desarrolla los cambios políticos y culturales de la sociedad pagana a la cultura traída por el cristianismo.

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