Casa

Últimamente dejo de pensar en la casa que me gustaría vivir. Cada vez cuesta más. A veces es un mundo lejano hecho espejismo, otras parece una casa de juguete como las que nos hacía mi padre a mi hermana y a mí con el cartón de leche que nunca le faltaba el reloj pintado en su decoración. Una promesa dicha que algún día ahí estaría. «Una generación perdida e infantilizada».

Últimamente me fijo en mis manos. Cómo le han pasado los años en sus marcas y todo lo que hemos construido en bloques. A veces suspiro en la pausa: nunca es suficiente. Y una voz me persigue juzgándome, volcándose en hormigón y solidificándose sin que haya podido elegir en qué forma.

Me temo que la casa ha empezado a construirse sin que me haya dado tiempo a ponerle una puerta.

Florence

«And you understand with every seed
you sow you make this cold world beautiful?»

Estas palabras de Florence. Pertenecen a una canción que dedicó a Patti Smith, su estrella del Norte, llamada “Patricia”.

Ella es su motivación para creer que el mundo puede ser mejor, con más amor y libre de miedos.

Y mientras Florence piensa en Patti, bebe café y compone sus letras, yo escucho la música de Florence en mi habitación y escribo pensando en ella. Cuando llego cansada del trabajo, estoy triste, o me llena por dentro un líquido negro de ahogo, pongo uno de sus discos en el reproductor de música y ella consuela con su voz todo desaliento, como ella fue una vez consolada. ¿Cómo se pueden abrir tanto las puertas al alma? Y el mundo se vuelve algo más maravilloso. Pensar(nos). Pens(arte).

Un poema que tengo guardado y este escrito son frutos de esta cadena de mujeres que han dado y recibido. Que se han entregado. Que han nos han inspirado.

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De tu ventana a la mía

Hace tiempo vi una película de Paula Ortiz que se titulaba «De tu ventana a la mía» que me marcó. La vi con una sensación de que se estaba contando una verdad profunda en sus fotogramas. Coraje, belleza y fuerza. Tres historias de mujeres que se tejen con el viento.

Escenas como la de Leticia Dolera, en el papel de la frágil y protegida Violeta, cortándose el pelo en un punto clave de la película hizo que me atravesase un trocito de cristal encogiéndose el alma. O el personaje contra su enfermedad y el paso de los años de las cosas nunca vividas de Luisa Gavasa es un reflejo donde asomarse.

Su música aún resuena en mí, «Yo vengo a ofrecer mi corazón», y luego pienso qué increíble es el cine de Paula Ortiz y necesario seguir dándole voz. Aún hay muchas ventanas por abrir… ¿Quién dijo que todo está perdido?

«Y uniré las puntas de un mismo lazo,
Y me iré tranquila, me iré despacio,
Y te daré todo, y me darás algo,
Algo que me alivie un poco más.»

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Cuentos de hadas

Recuperar cuentos y figuras de escritoras en la sombra como la Condesa de Ségur por otra mujer, mi madre. A su vez, por su madre, mi abuela, le llegó este libro. Pero mi hermana y yo sólo conocíamos desde pequeñas la historia que nos contaba mi madre con sus palabras del cuento de Osezno.

Margarita, una bella joven que vivía en el campo, por pegar a un sapo que se comía su pastel, fue hechizada por una bruja a que el hijo que tendría estaría cubierto de pelos como el del un oso. Así tuvo a Osezno, que ella crió junto a una criada porque su padre, el príncipe Picaflor (por supuesto), no podía presentarlo al reino como su heredero. Sin embargo el hada de generoso corazón, representada por una alondra, la consoló con que el hechizo podría romperse cuando Osezno encontrase el amor de alguien y cambiase su piel, dándole una caja hasta que ese día llegase.

A los pocos años, Osezno encontró a una niña que se había perdido en el bosque llamada Violeta, a la que acogieron en su hogar y fueron creciendo juntos en la granja. Varios capítulos en el libros narran sus aventuras con la ayuda de la alondra y objetos mágicos para combatir la maldad de la bruja que los acecha. Así como el despertar de los sentimientos de ambos personajes.

Han pasado muchos años desde que le pedíamos a mi madre una y otra vez Osezno, ese cuento que nadie conocía y que parecía a veces que se lo había imaginado ella misma. Ahora he podido tener la ocasión de leerlo cuando fue encontrado en casa de mi abuela, escondido detrás de otros libros en la estantería, tocarlo y sentirlo. Aunque faltan bastantes hojas del principio, mis recuerdos de su voz narrando y entonando los diálogos complementa con su hilo ese vacío.

Hay más cuentos en el libro, pero ninguno me dijo como la historia de Osezno. Tenía razón.

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La naturaleza del amor

Quizás no se trate de decir un nombre, en la búsqueda del concepto que defina los sentimientos humanos que alberga el corazón, al igual que el caminante que se encuentra en la belleza de un paisaje invernal tratando de retener los copos de nieve en sus manos. Nada puede atrapar la esencia por mucho que el tiempo pase y se inventen palabras y formas con el fin de dominar desde su origen algo único en la naturaleza.
El humo de la taza de té recién preparado sumerge los recuerdos de la noche anterior en cada mañana: cómo la frágil piel helada consiguió abrirse entre los brazos del fuego. Dime cómo algo tan hermoso puede tener un nombre mientras seguimos trazando pinceladas únicas en el lienzo de nuestra vida.

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Sobre los ganadores

No hay destino que garantice la victoria de nadie, o una meta en la que te den un trofeo, tan sólo un camino que marca el presente con nuestras acciones; un camino que nos hace vivir en paz con nosotros mismos y dejar huellas a otros que seguirán. Siempre hay caminos que recorrer. Muchas personas han olvidado el verdadero significado de hacer lo que les gusta, olvidado sus sueños, caído en el conformismo, cegados por la ambición en un mundo a través del cual arrastran su hipocresía.
He visto cómo personas han apuñalado a otras por la espalda, han mentido y jugado sus cartas pensando que somos títeres estúpidos… Y ése es el mayor error que pueden cometer, pues el tiempo rebelará al pequeño monstruo que ha ido incubándose en ellos. Complacer a los superiores es no crear nunca nada en vuestra naturaleza muerta, ser las sombras de otras sombras.
¿Desde cuándo el ser humano tuvo que asociar rivalizar, envidiar y atacar al otro para conseguir clavar su bandera sobre una cumbre funesta? Ojalá la mayoría de estos seres tóxicos logren algún día volver a encontrar la paz consigo mismos.
La Historia es bien sabido que la escriben los ganadores, ocultándose las demás visiones en el dominio de prevalecer una. Pero los vencidos tienen su voz, incluso en el silencio, para que podamos captar sus mensajes en un tiempo que fue hostil para ellos. En nosotros está darles voz, difundirla en la lucha, así como la nuestra: que también se oiga nuestro pensamiento. Gritad si os tratan de callar, no paréis de moveros aún cuando las tempestades acechen. Cumplid vuestros sueños siendo felices en el transcurso, pues la vida es un viaje para disfrutar, conocer la gran diversidad de gente y compartir llenándonos de experiencias. Cultivando desde el corazón se reparten las semillas en cada lugar, persona y acción, logrando algún día sus tiernos y bellos frutos.
Aquí soñadores míos, sí que somos los ganadores.

Sobre los cambios

Porque una se cansa de estar siempre en la misma faceta en que estuvo en etapas anteriores; porque hay que aprender a desaprender el mundo que conocimos; saber movernos en tempestades hacia la elección de nuestro camino; a no tomar desvíos que abarquen innecesariamente un tiempo que tenemos limitado. Apostar nuestro yo hacia un sueño que nos guíe y fortifique en la lucha hacia él; a nunca ser conformistas e ir siempre más lejos de lo que consigamos en el presente, superándonos. Dejar de usar máscaras que no nos dejan respirar libremente; de ocultar silencios bajo nuestro ser que grita. Observar a través de los ojos de cada persona el alma que guardan; asumir que no todas podrán estar en tu vida. Cambiar el corazón hacia una forma más madura de amar…
Es tiempo de sentir la llamada del viento, de saber quiénes somos y qué queremos. La búsqueda termina cuando descubres tu felicidad en lo que encuentras y es entonces cuando comienza la gran aventura.