La miseria es una mariposa

Queridísima Jane:

Debería haber sabido mejor interpretar tu silencio 
cuando estábamos paseando en el puente de Londres,
cuando estábamos esperando en la estación de Toulouse,
tomando el desayuno un día de lluvia imprevista
(olvidé la cafetería y el lugar
pero no el encaje de tu vestido blanco
recién manchado de café vienés)…
O cuando tu cuerpo desnudo
se agitaba contenido en el cuarto.

Ahora tengo un cuarto entero para mí
con una gran pared desgastada y vacía,
donde los trastos y papeles algún día ganarán la batalla
amontonándose a mi pesar.

Recuerdo cuando nos enteramos de la miseria:
se posó en el salón, nos miró y vimos extender sus alas.
Poco a poco volaron las palabras hasta abrasarse.

La miseria es una mariposa.
Sus alas están cansadas sin ritmo,
tiene una cara fea y pequeña,
las antenas rotas…
Ya no sabe dónde está.

Todas las noches las clavo cuando me visitan,
las observo sin desechar detalle,
para hallar un hilo de respuestas sin fin.

Queridísima Jane,
quiero darte un sueño que nadie te ha dado.
Incluso aunque tus brazos estén lejos.

Gray Dawn

Robert & Shana ParkeHarrison